Este óleo de Martí Zaro recuerda a sus grabados romanos, realizados en esta ciudad en el año 92 , durante su estancia en la Academia de España.
En esta ocasión no son las calles italianas si no la calle donde vive y ve desde su ventana, buscando siempre la poesía y la belleza en lo cotidiano.
Con una gran fuerza expresiva, representa una fachada en la que se proyecta la sombra de la de enfrente, como si fuera un espejo en el que todos nos miramos y debemos reconocernos.
La autora lo titula La Casa Amarilla haciendo alusión al cuadro de Van Gogh La Maison jaune,en el que la pintora encuentra un significado común, encontrar la belleza en lo esencial.