Este dibujo esta inspirado en la Madrasa de Mequinez, en Marruecos. Una madrasa histórica, y en desuso. La obra encuadra en una perspectiva frontal y profunda, las celdas que habitan los estudiantes musulmanes. Estos cubículos diminutos son de una sobriedad ascética y mística. La idea de austeridad se ve aumentada por la sencillez cromática y los contrastes de luz. Colores pétreos, terrosos, mediterráneos y ancestrales.
Aquí la pintora queda impresionada por la plasticidad ,la luz, la inmensa belleza que encuentra a cada paso.
Una vez mas la pintora busca la belleza en lo esencial.
En este lugar congelado en el tiempo, apasionante y de una belleza única, encuentra Martí Zaro los instrumentos para plasmar su sensibilidad.